Recuerdos de una época...

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martes, 16 de septiembre de 2014

Fortaleza

Todo el mundo tiene sus momentos de flaquezas, esos momentos en los que simplemente necesita acabar con todo, con lo que le agobia y con lo que no. Momentos en los que la impotencia nos correo, las ganas de acabar con todo se apoderan de nosotros, las lágrimas son amargas y los suspiros son eternos. Esos momentos en los que te abrazas a lo que más daño te hace, en los que dices cosas que sientes y entierras, momentos en los que te han abandonado las fuerzas.
Cúmulos de pañuelos que cubren la habitación, la humedad de las sábanas y las mejillas llenas de esos ríos que han surcado las lágrimas para llegar al mar, para acabar, para morir.
La diferencia entre eso y la realidad es saber que el daño ya está hecho y no se reconstruye así, que hay que sacar fuerza y que eso sean sólo determinados momentos, que no nos dejemos arrastrar por ellos, que hay que saber afrontar la vida, los no, los lejos, los quizás, los no lo sé, la realidad.
Y si se llora, se llora, y si te rindes te rindes, y si gritas pues gritas, y si te abrazas a algo, que sea a la realidad y no a un mundo de colores, pero que sea sólo ese momento.