Recuerdos de una época...

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jueves, 11 de septiembre de 2014

La muerte.

El dolor algo inevitable, 
siempre miserable, 
pero no hay dolor más grande que la muerte.
La muerte es el culpable
de lágrimas de sangre y desdichas.
La muerte,
mi sentencia,
la única manera de evadirme
de esta
mi cruda realidad.
La muerte,
para algunos
ese fiel amigo
que siempre llega...

El pecho se desgarra,
la muerte nos acecha, 
en cada esquina oscura,
en cada rincón negro.
Sin poder revelarte, un puñal te atraviesa el alma,
quieres estar con los tuyos y abrazarlos con cariño.
No puedes,
no respiras,
no caminas,
tu corazón se debilita,
cierras los ojos y ves la luz...
La luz de las velas en tu cumpleaños,
tu beso más necesitado,
tus amigos y tus secretos,
piensas en los "te quiero"
que pudiste decir y no dijiste.
Piensas en tus padres,
dos lágrimas bailan en tus mejillas...

Echarás de menos la sensación
del aire que entra en tus pulmones,
el frío en la cara y el calor en el alma.
Piensas que jamás otra vez esa sensación alegre,
ni de dolor ni de cansancio.
Cada vez te cuesta más respirar
quieres dormir pero temes
no volver a respirar cuando despiertes...

Con lágrimas suspiras
envías un beso a las personas que quieres,
a las que extrañarás.
No volver a paseas,
no volver a cantar,
nunca más una sonrisa,
simplemente con la sencillez y dulzura de una lágrimas
te despides...
Cierras los ojos y con dolor inmenso abandonas tu cuerpo y tu alma...

Los que yo creía mis amigos
ninguno ni una lágrima,
ni un solo suspiro o pensamiento,
yo nunca estuve dentro de ellos.
Simplemente fui una mala visión,
una mala compañía.
En cambio a ellos los recuerdo,
como fuego que me atraviesa el pecho.
Muchos llantos,
lloros
y ganas de morir por vuestra culpa...

El exilio de mi vida
les hace felices a todos
y por fin lo consiguieron.
Ya estoy muerta,
no tengo nada en mí,
solo los defectos.
Soy un cadáver
que ya no tiene vida,
y aún así,
anda.
Estoy muerta en mi interior,
no tengo sentimientos ni virtudes.
Quiero descansar en mi ataúd.
Mi corazón ya quiso parar,
pero aún así aquí sigo.
Sin ganas.
Sin fuerzas.
Sin ansias...

No deseo respirar más,
deseo alejarme de todos,
perder la respiración.
Al mismo tiempo,
poder mirar vuestras caras tristes.
Reírme en vuestras caras.
Vuestras burlas fueron mi sentencia, 
infecciones que os corroen.
Quizás alguno sentirá dolor,
pero sabed que jamás 
sabréis lo que significa ser amigos.
Sé que siempre estuve sola
y la soledad os lo hará pagar...

Pero siempre queda esa querida y fiel amiga,
que llega y no te deja.
Ella si que estará contigo para los restos.
Esa amiga te ha vencido,
pero no le importa.
Sabía que tarde o temprano te encontraría.
Aunque te diese una ventaja.

La ventaja de la vida.